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domingo, mayo 08, 2005

Relato: Mis Entrañables Vecinos. Capítulo 1.

Casa nueva. Recién estrenada. Tú y tu mujer solos, y tú quieres "celebrarlo".
Ring, Ring. La puerta.
Son las cinco de la tarde, ¿quién será? ¿Vive ya alguien aquí? Te preguntas. ¿Qué te pensabas? ¿Que eras el único que se moría de ganas por pisar la casa nueva, en cuanto pudieras?...
Abro la puerta:
- Hola Vecino. Te dice una mujer con una sonrisa de oreja a oreja. Detrás de ella se ve a un hombre pequeñito, que sí, que parece que sonríe.
- Somos tus vecinos del quinto... – Coño, piensas, pero si esto es el primero, ¿no habrá más gente a la que liar?...
- Hemos oído ruido. - ¿Ruido?, piensas de nuevo, si no hemos empezado aún, je, je.
- Y... bueno, que con eso de que somos aún muy pocos los que estamos viviendo en el bloque, pues... bueno, que era lo suyo presentarse.
Tú, con unas ganas locas de coger a tu mujer por banda, y estrenar la cama nueva, que te han llevado hoy mismo, hace una hora. Y te ves allí, delante de aquella pareja de película de los sesenta, y con tu mujer diciendo de repente:
- Claro, claro. Pasen, pasen ¿les gusta el café?
Tu cara se va transformando, de la de impaciencia inicial, a la de incredulidad absoluta respecto a lo que esta sucediendo.
- Mi nombre es Hortensia.
Y te dices para tí que has acertado con el año de la película en la que podrían participar tus nuevos vecinos.
- Mi marido es Silvio.
¡Toma, 2 de 2! - piensas.
Tu mujer continúa haciendo de relaciones publicas.
- Y ¿llevan mucho tiempo en la casa?
- Tutéame, que si no me haces mayor - Piensas: ¿más aún?, no creo.
- Pues no, vinimos la semana pasada, imagínate sin muebles "ni ná", y dormimos en el suelo, en sacos de dormir, es que ¡nos hacía tanta ilusión! ¿Y vosotros?
- Pues desde hoy, porque nos han traído la cama hoy... – Dije, entrando en juego
- Y claro ¿con ganas de estrenarla? Pregunta el marido de la vecina, y pensé: ¡Coño, si habla!
- En ello estábamos. - respondes, con sonrisa pillina.
- ¿La casa? Pregunta, asombrada la buena vecina.
- Eso, eso. La casa. - responde uno, con la cara como un tomate y manteniendo la sonrisa "Profident".
- ¿Y tenéis niños, perros o gatos?
Seguía el interrogatorio.
- Pues no, es que somos muy jóvenes para liarnos aún más, y todavía no estamos casados... - responde mi mujer.
- Uy jóvenes, nosotros si que lo éramos cuando nos casamos, ¿verdad Silvio?
- Sí, sí- apostilló el vecinito con una sonrisa.
- Pues nosotros tenemos un hijo, Jonatan. Muy guapo él. Se parece a mí. – Continúa diciendo ella.
Y como el feo de los hermanos Calatrava, piensas para ti.
En eso tu mujer, en un abrir y cerrar de ojos, ha preparado la mesita del salón, ha traído el café y unas pastitas:
- ¿Cómo quieren el café?
...
Y tres horas más tarde, como si les hubiera saltado un resorte, una alarma:
- Bueno perdonad, nos lo hemos pasado muy bien, pero tenemos que preparar la cena al chico.
- Nada, nada, tranquilos. – les digo yo, con mi sonrisa Profident.
Y salen como un cohete de casa.
Gracias a Dios, me digo, al cerrar la puerta tras de mí. Me vuelvo y miro a mi mujer con sonrisa "pillina", bueno casi lasciva... dadas las horas de espera.
Ring, Ring. La puerta de nuevo. No, no puede ser, por Dios otra vez más no ¿qué se les habrá olvidado? – Me digo.
Abro la puerta, con mi sonrisa Profident ya añadida a mi cara de por vida, y digo:
- ¿Si? – y a la vez veo que no son mis vecinos, sino el transportista que nos trajo la cama, ya hacía poco más de cuatro horas (cómo pasa el tiempo).
- Hola caballero, mire, umm, no sé cémo decírselo, pero es que... bueno la cama que les traje, resulta, que...
- ¿Si?, acabe por favor. – le digo.
- Bueno, que me la tengo que llevar, ha habido un error, y la suya llegará mañana.
- ¡¡QUÉ!!. Eso es imposible, pero si ni la hemos usado aún.
- Pues por eso señor, por eso he venido tan rápido, en cuanto me lo han dicho. Lo siento señor, pero me la tengo que llevar.
- ¿Y donde dormimos hoy?- Pregunté, sospechando su respuesta.
- No sé señor- me contestó el operario, con cara de no haber roto un plato en su vida.
Media hora más tarde, en la habitación de matrimonio, había surgido un gran vacío, y según como estaba mi mujer, por ese "vació", mis expectativas de "tener" algo con ella esa noche, también habían desaparecido, como la cama. Y más, si te dice algo como:
- Antonio, saca los sacos de dormir, de la parte de arriba del armario. ¡Ya!
- Si cariño, ya voy. - Respondes tú.

2 comentarios:

Wallenstein77 dijo...

Hola a todos:
Muy buen relato Centroman. Muy graciosa ha sido toda la situacion. Seguro que iban a tener los protagonistas, muchas visitas de Hortensia y su marido. Espero que no se basen en alguna adaptacion de hechos reales.

Saludos a todos.

Anónimo dijo...

Muchas gracias Wallenstein77. Tranquilo no es ninguna adaptación de la realidad...pero la vida es un buen ejemplo para "escribir" ;-)

Un saludo.